Salar la carne, ¿antes o después?

Después del punto de la carne perfecto, salar la carne antes o después de ponerla en la brasa es uno de los debates más polémicos del mundo de los carnívoros, defendido con más pasión que un Madrid-Barça y con argumentos mas científicos que muchos de los debates que vemos en televisión. Antes de posicionarnos, vamos a recordar qué le pasa a la carne de ternera cuando la ponemos en la parrilla, y algunos argumentos a favor de cada momento. Durante la cocción, avivadas por el calor, las proteínas de la carne se retuercen y sueltan el agua que tienen dentro (como si de una bayeta se tratara) ¿Qué pasa? Que la carne se queda seca. La sal hace que la carne expulse los jugos, cierto, pero también hay defensores de salar la carne con antelación, ya que así dará tiempo a absorber ese líquido de nuevo, haciendo que esté más tierna.

¿Cuándo salar la carne, pues? Aquí va una teoría de Arthur Le Caisne que, en su libro Todo Sobre la Carne defiende a capa y espada salar la carne incluso un mes antes de cocinarla, para madurarla evitando que se pudra. Según el autor francés, “salar la carne mucho antes de cocinarla es un truco secreto que usan algunos chefs con estrella y que no quieren desvelar en absoluto”. En su opinión, lo correcto es salarla dos días antes, para que penetre en la carne protegiendo los famosos jugos que no queremos perder. Y, como resumen en Gastronomistas, «si la salamos de cuatro a cinco horas antes de la cocción, el resultado también será estupendo. Bien, pero menos, si la salamos una hora antes. Lo que no tiene ningún interés, en opinión de Le Caisne, es salar la carne justo antes de cocinarla o durante su cocinado. Si se sala después también haremos bien, así se mantendrá crujiente y explosionará en nuestras papilas»

Sin embargo, también hay quien defiende lo contrario, como el cocinero Dani Lechuga, que defiende que «no se puede salar la carne antes de tiempo porque pierde agua» o de hacerlo justo después, como en Directo al Paladar. Es cierto que este es el único momento en el que puedes controlar la cantidad de sal con exactitud. Y si lo haces con sal gorda, evidentemente, será la mejor forma de encontrarte esos «tropezones salados» que dan tanto sabor.

¿Qué hago yo? Probar, probar y probar. Es la única forma de conseguir el punto de sal, de cocción o de lo que sea perfecto: el que te gusta a ti.

¿Qué aceite usar con carne?

Cuando has comprado un chuletón espectacular, cualquier detalle suma. Has visitado a tu carnicero de confianza, te has esforzado al preparar las brasas y te has preocupado por encontrar el punto de sal que más te gusta, ¿verdad? Pues te ponemos una tareilla más: cuida el aceite que usas. La superficie de la carne no es completamente lisa, si te fijas, puedes ver multitud de surcos y relieves que tienen que cocinarse del mismo modo. Ahí es donde entra en juego el aceite, que cubre todo el conjunto.

Además, el uso del aceite aumenta las reacciones de Maillard y aporta mucho más sabor a la carne durante la cocción. ¿Resultado? Carne más rica y dorada, que también comemos por los ojos.

Ahora bien, ¿qué aceite usamos? No todos son iguales, unos se queman con mayor rapidez que otros y algunos aportan sabor pero, sobre todo, hay que tener mucho cuidado con el punto de humeo porque, una vez que se queme, ya no hay nada que hacer.

Y puestos a probar, puedes experimentar con grasas o mantecas animales, seguro que aportan sabores muy nuevos. Gustarán o no, pero prueba, que es la única forma de averiguarlo. Ya sabes, a veces abogamos por no ser tan puristas, jeje.

Cómo no liarla al preparar una barbacoa

Como no liarla al preparar una barbacoa

«Si es muy sencillo, pones la carne al fuego y listo»

Sí, sí, hartos estamos de escuchar cosas así, pero si en todos los grupos siempre hay alguien que se encarga de la parrilla… será porque es más dispuesto, por supuesto, y porque el resto sabemos que sabe lo que se trae entre manos. Porque liarla al preparar una barbacoa es tan fácil como hacerlo bien. Sólo tienes que evitar unos cuentos errores de libro, y visitar a tu carnicero de confianza, claro está.

  • Ya sabes que por el humo se sabe dónde está el fuego, pero no necesitamos que haya tanto que no vemos así que primer consejo básico: carbón y leña bien secos. Y hombre, siempre escuchamos eso de que las brasas de leña de encina dan un toque especial pero, o tenemos tiempo, o el resultado va a ser nefasto. Si no somos grandes expertos, el carbón puede ayudarnos a conseguir unas brasas más que decentes en poco tiempo. Y el paladar no lo notará demasiado.
  • Calidad, siempre calidad sobre cantidad, que no queremos que nadie se vaya rodando. Con 400 gramos de carne por persona tenemos más que suficiente. Es perfecto si todo es solomillo, pero si queremos que la barbacoa sea un poco más económica, podemos jugar con distintos cortes, como ya os hemos explicado en otra ocasión.
  • Las manos, y los cuchillos, bien limpios. Ojo con no lavar bien la ensalada, hacer salsas raras con huevo y no respetar las normas de higiene básica. Ahora todos nos lavamos las manos muchísimo, pero hay que tener cuidado también con tablas, cuchillos y trapos. Si no quieres llevarte un mal recuerdo, extrema las medidas higiénicas. Este es un buen consejo para no liarla al preparar una barbacoa, y para todo en la vida.

Aquí lo dejamos, que no queremos ser pesados. Ya ves que son pocos, básicos pero graves errores fácilmente evitables. Y para no agobiarte, como dicen los gurús del internet, vamos a ponernos positivos visualizando el éxito con este post donde te recordamos también algunos trucos para que tu barbacoa sea memorable.

Trucos para preparar una barbacoa increíble

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Calidad.

Si la barbacoa huele a verano, en esta nueva rutina que nos traemos entre manos huele a buen plan. Planazo, mejor dicho. ¿Cómo puedes conseguir que sea la tuya la que destaque? El secreto, como casi siempre, es ponerle un poco de cariño, elegir buena compañía y prestar un poco de atención a los detalles. A ver qué te parecen estos:

  1. No sé si el tamaño importa. La calidad, desde luego, sí. Las protagonistas absolutas de tu menú son las brasas y lo que pongas encima, así que asegúrate de que sea bueno, muy. muy, muy bueno.
  2. También es importante contar con las herramientas adecuadas. ¿Barbacoa o parrilla? La diferencia está en la tapa. Si puede cerrarse, es barbacoa. De no ser así, es parrilla. Las dos opciones son estupendas, pero la barbacoa es más versátil porque, gracias a la tapa puede convertirse en horno de brasa y también es posible ahumar los alimentos para conseguir un toque diferente.
  3. Importante: barbacoa o parrilla, lo que quieras, pero limpia. Lo ideal es encender un buen fuego antes para eliminar todos los restos anteriores. Después puedes limpiarlo con un trapo mojado y listo. Si vas a cocinar carne y pescado, por ejemplo, es importante que pases de nuevo el trapo para eliminar mezclas de sabores.
  4. ¡Más madera! Leña o carbón vegetal, pero que sea de calidad para que asegure potencia calorífica.
  5. Truco nivel sibarita premium: Es interesante preparar dos zonas de temperatura en la barbacoa para tener flexibilidad a la hora de cocinar, puesto que así dispones de un área para una cocción más suave y lenta o un lugar seguro por si se avivan las llamas.
  6. Paciencia, la madre de la ciencia. Antes y después. Primero, atempera, esto sí que es clave. Y espera un poquito después, para no quemarte y para dejar que los jugos se repartan bien.
  7. No nos cansamos de decir que el punto de la carne perfecto es el que te guste a ti, ni más ni menos. Pero, por si quieres probarlo, te dejamos un truco que suele funcionar: espera tantos minutos como centímetros de grosor tenga la pieza. Si mide tres centímetros de ancho, tres minutos vuelta y vuelta por cada lado. Ya nos contarás.
  8. La salsa es un buen acompañamiento en el plato, pero también puedes pintar la carne con diversos preparados para que se terminen de caramelizar en la parrilla. Puedes comprarla o hacerla tú mismo (eso siempre será más sano). Investiga hasta probar con la opción que más te guste a ti. Aprovecha que puedes jugar con trozos pequeños de carne
  9. ¿Qué pieza comprar? Solomillo, lomo, churrasco… la opción es muy, muy variada, echa un vistazo a nuestro despiece, que seguro que te da alguna buena idea. Y cotillea las recetas también, que puedes marinar la carne y hacerla en pinchos, hamburguesas , sandwiches o bocadillos. En muchas ocasiones, en la variedad está el gusto.

Seguro que nos hemos dejado algo, ¿que añadirías tú?